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¿QUÉ ES LE NOST-RE?

Le nost-re es un colectivo que trabaja el arte partiendo de la igualdad, la paradoja arte-vida/arte −no-arte y de la redefinición o juego de fronteras. Con la intención de conseguir estas metas Le nost-re va creando pequeñas utopías y relaciones entre sujeto-obra-sujeto. Teniendo en cuenta el concepto que se trabajará en el lugar de la obra se tendrán en mente las nociones de extraterritoriedad y ecosofista (en la medida que se pueda), ya que dan un alcance mayor al arte político emancipador al que se quiere llegar.

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Le nost-re siempre estará abierto a nuevas participaciones e ideas, ya que la intención principal es conseguir una “comunidad” basada en la igualdad de inteligencias.

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¿SOBRE QUE TRABAJA LE NOST-RE?

Hoy en día los contactos humanos se encuentran en espacios controlados que suministran los lazos sociales como productos diferenciados. Pero la actividad artística lucha por crear modestas ramificaciones, poniendo en relación niveles de la realidad distanciados unos de otros. Las utopías de la comunicación amenazan con imponerse como único trayecto posible y convierten al sujeto ideal de la sociedad de figurantes como un mero consumidor de espacio y de tiempo. El lazo social se ha convertido en un artefacto estandarizado. ¿Es aún posible generar relaciones con el mundo en un campo práctico−la historia del arte−tradicionalmente abocada a su representación?” ¿Un arte centrado en la producción de convivencia puede volver a lanzar, completándolo, el proyecto moderno de emancipación? ¿De qué manera permite el desarrollo de direcciones culturales y políticas nuevas?

PROYECTOS MIGRATORIOS

Misma idea, distinto resultado a través de dos proyectos migratorios.
Cuentos y universos de nuestro mundo
Resurrección contemporánea. El contenedor de arte de los “sin-voz”

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Lyotard asegura que el arte puede fomentar satisfactoriamente la distancia en torno a la norma económico-cultural. De esta manera, el arte permite inventar nuevas formas de existencia. El arte puede permitir un nuevo mundo posible en el distanciamiento que instaura cada momento. La diferencia o distanciamiento del que habla el filósofo es entre una potencia heterogénea, es decir, una fuerza que siempre es reconducida a un punto original de desacuerdo y de victimización que conserva lo sensible. El escenario de la política del arte se reduce entonces a tres representaciones: la crítica de la autoridad -mercantil, sexual o espectacular; el juego sobre la ambigüedad de la relación crítica con los iconos y los estereotipos; y el trabajo para redefinir las referencias de un mundo común y unas actitudes comunitarias. La aspiración general de este proyecto es pues, la de contribuir a fundamentar en bases más claras la cuestión de las relaciones entre arte y política y redefinir las referencias de un mundo común y unas actitudes comunitarias teniendo como referencia la teoría del filosofo francés Jacques Rancière.

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Rancière, piensa que el arte debe ser molesto, inquietante, debe provocar un disgusto, una incomodidad, debe introducir un jeroglífico. En la obra de Rancière, se pueden reconstruir tres posibles líneas para su abordaje.

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1.-Una en El maestro ignorante Rancière de la mano de Joseph Jacotot1 apuesta a considerar al arte como una lengua más, una lengua más a partir de la cual verifica la igualdad. Una lengua que invita a ser hablada por todos.

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2.- A partir del libro El espectador emancipado Rancière incita a repensar la problemática del espectador como un punto estratégico del debate en torno a la relación entre arte y política, mediada por el problema de la igualdad. El arte debe salir de sí mismo para intervenir en el mundo “real”. Se trata de reinstaurar un determinado sentido de comunidad contra los efectos de desvinculación social producidos por el consumismo. También se “trabaja” la identificación directa de la producción de los artefactos artísticos con la elaboración de nuevas formas de relación social.

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En opinión de Rancière, el trabajo ficcional más rico en potencialidades políticas lo constituyen hoy día las formas de arte que responden a estas condiciones: por una parte, trabajar sobre la distribución de los lugares, sus transformaciones y reestructuraciones, sobre las fronteras materiales y simbólicas que los definen desdibujando la separación entre documental y ficción.

 

3.- Lo anónimo. Rancière en Sobre política estéticas lo anónimo no lo considera una sustancia, sino un concepto de distancia. Lo anónimo en Rancière es una relación de tres términos, de tres anonimatos: el anonimato ordinario de una condición social, el devenir-anónimo de una subjetivación política, el devenir-anónimo característico de un modo de representación artística. Con subjetivación política en este caso nos referimos al proceso mediante en el que los que no tienen nombre se otorgan un nombre colectivo que les sirve para re-nombrar y re-calificar una situación dada. El régimen estético del arte no empieza con la bendición del autor, sino con la identificación de la fuerza de creación individual, con la expresión de la vida anónima. Lo anónimo es un proceso de distanciamiento puesto en cuestión permanentemente. Este proceso está en juego en la obra misma.

 

“Rancière ve necesario oponer a esta división un metamorfismo que utilice la extraterritorialidad estética para poner en el lugar de los territorios definidos por la división consensual el juego entre las fuerzas disyuntivas de lo anónimo.”2

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Recogiendo estos tres puntos mencionados por Rancière, hay que tener por sentado que la eficacia de este proyecto no consiste en transmitir mensajes, dar modelos o contra modelos de comportamiento o aprender a descifrar las representaciones. La eficacia consiste en primer lugar en disposiciones de los cuerpos, en divisiones de espacios-tiempo singulares que definen maneras de estar juntos o separados, dentro o afuera, etc.

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Pero es donde el proyecto no separa la escena de la actividad artística de la vida colectiva. Este paradigma designa el lugar de la política del arte en el que inmediatamente es arrebatado al mismo tiempo arte y política. Lo cual opone a la dudosa pretensión de la representación de corregir las costumbres y los pensamientos es un modelo “archi-ético”3

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Rancière remarca que la propia experiencia de desposeimiento y pasividad es la que promete la adquisición de un mundo nuevo. La política del arte, en el régimen estético de las artes, está determinada (no puede no estarlo) por esta paradoja del arte y no-arte. Es decir, por un lado la obra es promesa de comunidad porque ha hecho de la autonomía el espacio de una experiencia en común, un espacio separado en el que los hombres se rigen por modos de sentir que los alejan de otros mundos. Mientras, por otro lado, la obra es promesa de comunidad porque no es arte, porque lo que expresa es una manera de habitar que no reconoce separaciones entre esferas como las de la estética, la ética, la ciencia, etc. Lo que esta teoría propone es que no hay por qué limitar la vida a ser un mero efecto pasivo de la fábrica esteticista o de las imágenes del espectáculo.

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La puesta en el proyecto es entonces una performance extraña, inusual, enigmática, que intentará generar el distanciamiento necesario para que el espectador, al experimentar esa situación de extrañamiento, abandone su posición pasiva e incurra en la actividad de ser un observador racional que conoce, aprende, se concientiza y sienta posición al respecto. Rancière manifiesta:

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“El poder común a los espectadores no reside en su calidad de ser miembros de un cuerpo colectivo o en alguna forma específica de interactividad. Es el poder que tiene cada uno o cada una de traducir a su manera aquello que él o ella percibe, de ligarlo a la aventura intelectual singular que los vuelve semejantes a cualquier otro aún cuando esa aventura no se parece a ninguna otra.”4

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En fin, la filosofía de Rancière da medios para autentificar las artes, las fracturas y los desplazamientos que pueden ser fabricados con el objetivo de dar lugar a la política y de incitar la confianza en cada uno, necesaria para la acción política emancipadora.

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Ofrezco la idea de que todo individuo es capaz de más de una cosa, de realizar una tarea distinta a aquella a la que fue confinado. Esto es lo que significa afirmar que lo que subyace al arte como espacio autónomo es en realidad una promesa política libertaria. Por tanto, citando a Nietzsche:

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“Aplaudo todo escepticismo al que se me permita contestar: “¡Experimentemos!”. Pero que no me hablen de cosas y de cuestiones que no admiten la experimentación.”5

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1 Joseph Jacotot feu un pedagogo que creó un método revolucionario que puso en acción tras la Revolución francesa: un proceso educativo donde se persigue la igualdad, partiendo de ella.

2 RANCIÈRE, Jacques,Sobre políticas estéticas. Museu d'Art Contemporani de Barcelona, Servei de Publicacions de la Universitat Autónoma de Barcelona, Barcelona: Bellaterra (Cerdanyola del Vallés), 2005, p. 82

3 . “Archi-ético” en Paradojas sobre el arte político se refiere en el sentido de que los pensamientos no son ya objetos de lecciones vehiculadas por los cuerpos o las imágenes representadas, sino que son directamente encarnadas en costumbres, en modos de ser de la comunidad. Este modelo “archi-ético” nunca dejo a la modernidad como pensamiento de un arte convertido en forma de vida.

4 ARGENTINA, Rosario. ARTE-17. Walter Benjamin y Jacques Rancière arte y política. Una lectura en clave epistemológica (Wolf). Revista de Epistemología y Ciencias Humanas. Lic. Marilé Di Filippo UBA – CONICET – UNR [83]. P. 52

5 181CASTILLO Laudo, Xavier .Educación y emancipación: de la experiencia de Jacotot a la expectativa de Rancière Educació i Història: Revista d’Història de l’Educació DOI 10.2436/20.3009.01.110 Núm. 21 (gener-juny, 2013), Societat d’Història de l’Educació dels Països de Llengua Catalana (ISSN: 1134-0258 e-ISSN: 2013-9632)p. 45- Nietzsche, Friedrich. La gaya ciencia. Barcelona: Olañeta, 1979, pág. 56. Citado en Larrosa, Jorge. «Leer, escribir, conversar (y tal vez pensar) en una Facultad de Educación», Simons, Maarten; Masschelein, Jan y Larrosa, Jorge (ed.). Op. Cit., pág. 294.

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