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"Rostros"

-proyecto colaboratibo-

Esta obra está inspirada en un párrafo de Levinas nombrado por Judith Butler en “Vida precaria”:

La  historia […] de familias, de las mujeres y los padres de presos políticos que viajan a Lubyanka en Moscú en busca de noticias. Se forma una fila delante del mostrador, una fila donde cada uno de ellos no ve más que la espalda del otro. Una mujer espera su turno: [ella] nuca había imaginado que una espalda humana pudiera ser tan expresiva, y pudiera expresar un estado de ánimo de manera tan penetrante. Las personas que se acercaban al mostrador tenían un modo tan particular de extender el cuello y la espalda, de levantar los hombros y los omóplatos como resortes, que parecían llorar, sollozar y gritar. [1]

La obra trata de un intercambio donde el sujeto esta aquí como tema para ser reflexivamente  interrogado, y el Otro está allí, como un tema para agregar. Lo que nos obliga la obra moralmente se relaciona con el modo como los “rostros” son interpelados por nosotros de maneras que no podemos advertir o evitar. Este impacto de la demanda del Otro constituye contra nuestra voluntad o, tal vez, como dice Butler, antes de la formación de nuestra voluntad.

Levinas-cita Butler- explica el “rostro” como el modo como somos interpelados moralmente, el modo como el otro nos demanda moralmente- una apelación moral que no pedimos ni somos libres de rechazar-.[2]

Levinas cree que el rostro es el modo de responsabilidad más básico. El rostro no está frente a nosotros, sino encima de nosotros. El rostro es el otro pidiendo que no se le deje morir solo, como si hacerlo significara volvernos cómplices de su muerte. Así es como, según Levinas, el rostro dice: no mataras. Un sujeto sobrevive a través del otro realmente. Al exponer la vulnerabilidad de estos “rostros” se pone en  cuestión el derecho ontológico a la existencia de cada uno. Como dice Levinas: “En la ética, el derecho de existir del otro tiene prioridad sobre el mío, una prioridad personificada por el mandato ético: no mataras, no pondrás en peligro la  vida del otro.” [3]

A través de la obra también pretendo que el espectador pueda observar que el rostro parece definir desplazamientos representados como una espalda que, a su entorno, se representa como una escena de expresión. Y aunque haya muchos sin-voz puestos en fila, la cadena termina con una figura de lo que puede ser nombrado. Así, el rostro y las palabras - “no mataras”- no trasmite con exactitud el significado del rostro, puesto que la intención es la expresión de la experiencia que marca los límites de la traducción lingüística.

Como dice Butler: El rostro sirve para producir una lucha en nosotros e instalarse en el corazón de la ética.

 

 

[1] Emmanuel Levinas, “ Paix et proximeté”, en Altérité et transcendance, Saint- Clément-la Rivière, Fata Morgana, 1995, p. 146.

[2] Judith Butler, “Vida precaria. El poder del duelo y la violencia”, Paidos, Buenos Aires. p.166

[3][3]Ibid.p. 166-67

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Tras la inspiración de este texto comencé a observar las espaldas de los demás y a compartir esta inquietud, por lo que termino en una serie de fotografías tanto echa por mi mirada como la de los demás.

¿Te gustaría compartir tu mirada hacia los demás rostros?

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